Alegaciones al Plan de Gestión de la Cabra Montés en el Parque Nacional

¿Está justificada la propuesta del Plan de Gestión de la cabra montés en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama?

Mañana 10 de diciembre acaba el plazo para presentar las alegaciones que se consideren oportunas al Plan de Gestión de la cabra montés en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama (https://www.comunidad.madrid/transparencia/proyecto-orden-plan-gestion-poblaciones-cabra-montes-parque-nacional-sierra-guadarrama-ambito). Es evidente que una especie tan significativa y con un papel tan importante en los ecosistemas serranos como la cabra montés debe ser objeto de un seguimiento detallado y un control de sus poblaciones: seguimiento de sus poblaciones, estado sanitario, efectos sobre el ecosistema y, eventualmente, regulación de sus poblaciones... (por el método que se considere oportuno). No obstante, cualquier plan de gestión debe partir de un riguroso análisis y un buen diagnóstico tanto del estado de sus poblaciones como de los efectos o problemas que se puedan generar, pues es la base y la justificación fundamental de las medidas de gestión que se quieran adoptar.

Tras analizar en detalle el borrador presentado por la Comunidad de Madrid, desde la Asociación Cultural El Real de Manzanares hemos presentando nuestras Alegaciones, pues tenemos serias dudas de que se pueda aprobar en los términos en los que se ha planteado, pues incurre en una serie de errores de cálculo, interpretación de resultados de los censos y omisión de información que nos permiten cuestionar tanto el tamaño y la evolución real de las poblaciones de cabra montés en el Parque Nacional, su estado sanitario y de conservación, así como los impactos sobre el medio que se le atribuyen a la especie.

Entre las diferentes justificaciones que señala la Comunidad de Madrid se encuentra el crecimiento exponencial y en desequilibrio con el medio de las poblaciones de cabra montés, unas densidades por encima de cualquier otra población, elevadas tasas de consanguineidad, anomalías morfológicas, riesgos sanitarios, efectos sobre la erosión, la vegetación y fauna amenazada del Parque, etc.... Sin embargo, a juicio de la Asociación Sociocultural El Real de Manzanares y como se detalla en nuestras, estos argumentos no se encuentran respaldados por la propia información que la Comunidad de Madrid presenta tanto en el presente Plan de Gestión como considerando los datos presentados en el anterior Plan de 2016. Aunque ahora entraremos en algunos detalles, lo más sorprendente es que son los propios datos de la Comunidad de Madrid lo que desmienten sus propias justificaciones.

Nuestras alegaciones se centran en la Justificación del Plan de Gestión y, especialmente, sobre los siguientes puntos (todo ello se presenta de forma más detallada en las Alegaciones):

1 Evolución de las poblaciones de cabra montés en la Sierra de Guadarrama

Una de las principales justificaciones del Plan de Gestión es el tamaño y la tendencia poblacional tan positiva que está presentando desde su reintroducción pues, según se indica en mismo, no está sujeta a regulación natural (por la capacidad de carga del medio, la presencia de depredadores naturales, etc…) y requiere, por lo tanto, la intervención humana para su control.

No obstante, los propios datos del Plan de Gestión, entre otras evidencias, ponen en cuestión estos argumentos. Si se analizan en detalle los datos brutos resultantes de los censos presentados tanto en el actual Plan de Gestión como en el anterior de 2016, se observa que existe una discrepancia en las tendencias que indican las estimas poblacionales calculadas por la Comunidad de Madrid y las que indican los datos de abundancia y densidad de sus propios censos. Es importante destacar que todos los datos que se analizan y discuten a continuación vienen recogidos directamente de los citados planes de gestión (es decir, son los propios datos de la Comunidad de Madrid).

En la siguiente tabla se muestran los datos poblacionales de la cabra montés en la Sierra de Guadarrama según la información oficial que aparece reflejada en los Planes de Gestión presentados hasta el momento y donde se pueden ver estas "discrepancias". Teniendo en cuenta los 168,115 km2 que señala el Plan de Gestión como área de distribución total de la especie, las estimas poblacionales de los años 2017 y 2019 se habrían calculado sobreestimando en un 51% y 8% el área de distribución, respectivamente (Tabla 1. Año 2017: 21,34 [individuos / km2] / 5.403 [individuos] = 253,2 [km2]; Año 2019: 34,6 [individuos / km2] / 6.297 [individuos] = 182,0 [km2]). Esta sobreestima permite un mejor ajuste de la tendencia poblacional al pretendido crecimiento exponencial señalado por la Comunidad de Madrid pero no se ajusta a los datos reales obtenidos en los censos; la población real de cabras montesas sería, al menos para los años 2017 y 2019, menor de la que refleja el Plan de Gestión.

Esta sobreestima poblacional también explica la discrepancia con los resultados brutos de abundancia (IKA) y densidad (Figura 3), que no solo no se ajustan a ese pretendido crecimiento exponencial, sino que sus valores muestran una estabilización o cambio de tendencia del crecimiento a partir del año 2010, que incluso se torna en descenso en los índices de abundancia de los años 2014, 2017 y 2019 (que no llega a alcanzar a los valores de 2010 a pesar del repunte), o en un acusado declive en la densidad durante los años 2017 y 2019 respecto al valor de 2014 (que ya era muy parecido al de 2010). Cabe destacar que, según estas estimas, entre 2014 y 2016 se superaría el tamaño poblacional de 3.707 individuos, considerado como la Capacidad de Carga del Medio que establece el Plan de Gestión en su Anexo VI (Figura 3).

Otro importante problema metodológico que hace cuestionar las estimas y tendencias poblacionales presentadas en el Plan de Gestión es que no todos los años se han realizado los censos en las mismas estaciones o periodos (hay años censados en primavera, otros en otoño y uno en verano) lo cual dificulta en gran medida la comparación de los resultados anuales y cuestiona el análisis de la evolución poblacional presentado por la Comunidad de Madrid. El comportamiento de las cabras varía estacionalmente, al igual que su distribución y patrones de agregación, y eso influye en su detectabilidad durante los censos y, por lo tanto, en los resultados de los censos. Por lo tanto, los datos de diferentes estaciones no directamente son comparables y han de ser interpretados con cautela, como refleja el propio Plan de Gestión de 2020 (página 50), al intentar explicar el incremento del más del 100% de número de cabras observadas en 2019 frente al censo anterior de 2017 (985 vs 2008) y donde se dice textualmente: “el incremento tan notable en el número de ejemplares observado y por ende en la estima poblacional, se debe probablemente a las condiciones y época de censo.

¿Y qué se observa cuando comparamos los resultados oficiales de los censos estacionalmente? Si nos centramos en los datos brutos de cabras realmente observadas en los censos, pero ajustado en función del esfuerzo de muestreo (kilómetros de censo recorridos), es decir, la abundancia o IKAs, se constata una vez más que el número de cabras observadas en el conjunto del Parque Nacional no ha crecido de forma constante y, de hecho, ha disminuido durante los últimos años, tanto en los censos de primavera (desde el año 2007) como en los censos otoñales y estivales (desde el año 2010) (Figura 4).

Por otro lado, si atendemos a los datos oficiales de natalidad de la cabra montés que se han presentado tanto en el Plan de Gestión actual (véase Anexo II) como en el de 2016, que es un buen indicador de la productividad de la población, es decir, de su capacidad de crecimiento, se puede observar como ésta ha disminuido de forma muy notable a partir del año 2010. Esto es un signo evidente de que la capacidad de crecimiento de la población se ha reducido drásticamente durante los últimos años, lo cual concuerda con la evolución que muestran la abundancia y densidad de la especie observada con por la Comunidad de Madrid, comentada anteriormente. También puede interpretarse desde el punto de vista ecológico con la existencia de factores limitantes para crecimiento de la población, relacionados con la capacidad de carga del medio o un incremento de la mortalidad de crías (por ejemplo, por un incremento de la depredación natural), entre otros posibles factores.

Teniendo en cuenta todas las consideraciones anteriores, se puede concluir que los resultados de tamaño y tendencia poblacional presentados en el Plan de Gestión no son correctos, fundamentalmente por la sobreestimación de las áreas de distribución consideradas para calcular las estimas de la población de cabra montés del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama y por no considerar los importantes sesgos producidos al analizar de forma conjunta censos realizados en diferentes condiciones y periodos, según los años. Por lo tanto, se pone en cuestión uno de los principales argumentos y justificaciones del Plan de Gestión, como es que el crecimiento de la población es exponencial y que ni su tasa de crecimiento ni sus densidades son naturales ni están en equilibrio con el medio.

Además estos los propios datos oficiales muestran que la población de cabra montés en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama parece haber alcanzado o estar próxima a su máximo tamaño poblacional, habiéndose estabilizado o incluso disminuido en los últimos años de forma natural, probablemente en función de la capacidad de carga del territorio.

2 Sobre el estado sanitario, la endogamia y consanguinidad de las poblaciones de cabra montes en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama

Otro de los factores que se señala en diferentes puntos del Plan de Gestión, incluyendo el capítulo 2 de Justificación y el Anexo II, es que las poblaciones del Parque Nacional muestran unos niveles altos de consanguinidad, es decir, que tienen una alta endogamia y muy baja variabilidad genética, lo cual supone un riesgo añadido para la población de mantenerse las densidades que ha estimado la Comunidad de Madrid. El principal argumento al respecto es que las cabras del Parque Nacional provienen de las poblaciones de cabra de la Sierra de Gredos, las cuales pasaron a principios del siglo XX por un cuello de botella que las relegó a unos pocos individuos, por lo que muestran unos niveles altos de consanguinidad. No obstante, esta justificación no se basa en los resultados de los análisis genéticos que, de hecho, contradicen dicha afirmación (pág. 173; Anexo X del Plan de Gestión) .

Por otro lado, también se señala entre las justificaciones del Plan de Gestión (capítulo 2) que el análisis de indicadores alerta del aumento de anomalías morfológicas en la población de la propia cabra montés, con una reducción significativa de su tamaño corporal y tamaño de cuernos y con una población envejecida, con el consiguiente debilitamiento de los animales y el aumento del riesgo por aparición de epizootias y/o zoonosis. Sin embargo, los resultados del “Anexo III. Estudio de indicadores biométricos para la evaluación del estado de la población de cabra montés en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama”, ponen de manifiesto que aunque hay una disminución en el tamaño corporal y el tamaño de las cuernas a lo largo de los años, no pueden demostrar que exista una relación directa con la calidad del hábitat o la densidad poblacional. Además, una vez más, los resultados presentados en el Anexo X del plan contradicen dichos argumentos y que señalan textualmente (página 173 y 174) que “se puede afirmar que no se ha detectado en el presente análisis del estado sanitario de la población de cabra montés del Parque Nacional ningún proceso de parasitosis ni epizootia importante que pudiera implicar situación de riesgo sanitario de la población. El estado de salud de la población es en general bueno, excelente si se compara con otras poblaciones de monteses actuales.”

Por lo tanto, a la vista de estos resultados se puede concluir que no queda justificado el argumento del Plan de Gestión que cuestiona el estado sanitario y genético actual de las poblaciones de cabra montés del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama.

3 Sobre el efecto de la cabra montés en la vegetación, la erosión del suelo y especies raras y amenazadas

Otra de las justificaciones del plan de gestión es la consideración de que se ha observado que muchas especies de flora rara y amenazada se han visto afectadas negativamente por el sobrepastoreo, produciéndose incluso una pérdida importante de diversidad en los pastizales de cumbre, además de constatarse los problemas de regeneración de ciertas especies, o los efectos sobre musgos y líquenes, entre otros impactos sobre el ecosistema. Estas son cuestiones en las que se abunda en el “Anexo IV: riesgos e incidencia de la sobreabundancia de cabra montés sobre los valores ecológicos del Parque Nacional y el bienestar animal de la propia especie”.

Aunque en dicho anexo se detallan diversos efectos constatados o potenciales de la cabra montés sobre la vegetación y otros elementos del medio (erosión, poblaciones de mariposas), llama la atención que en ningún caso se comenta la presencia de otros ungulados silvestres, como el corzo y el jabalí, y tampoco de ungulados domésticos, como el ganado vacuno u ovino, a pesar de la presión que estas otras especies también pueden ejercer sobre el ecosistema.

Corzo y jabalí son dos especies abundantes en el Parque Nacional (de hecho, el jabalí cuenta con su propio Plan Específico de Gestión, justificado entre otros factores, por su impacto ecológico y sobre la vegetación) y el ganado doméstico también realiza un importante aprovechamiento de los recursos del espacio, hasta el punto que es uno de los principales factores considerados a la hora de calcular la capacidad de carga del medio para la cabra montés; “Anexo VI: Estimación de parámetros iniciales fijados como referencia y punto de partida para el reajuste ecológico de la especie”). Todas estas especies coexisten en el mismo área de distribución y en los mismos hábitats que la cabra montés (con la salvedad, si acaso de los escarpes rocosos que tan solo son accesibles para esta última) y, por lo tanto, también ejercen una presión sobre la vegetación y los elementos de interés ecológico señalados que no han sido contemplados ni cuantificados en el Plan de Gestión. De hecho, para las 2.808 unidades ganaderas (UGM) disponibles en la superficie total con presencia de cabra montés en el Parque Nacional, “se obtiene un número de 1.334 UGMs utilizadas por el aprovechamiento ganadero extensivo tradicional durante un año en las 16.811,5 hectáreas estudiadas” (pág. 105 del Anexo VI). Es decir, que solo el ganado doméstico supone ahora aproximadamente el 47,5% de la capacidad de carga del ámbito del Plan de Gestión, con lo cual es evidente que su impacto sobre la vegetación, la erosión y los ecosistemas es, como mínimo, similar al de la cabra montés. De hecho, la presencia de ganado doméstico en los pastizales de cumbre más que notable, pues es uno de los aprovechamientos tradicionales dentro del Parque Nacional, particularmente durante el periodo estival (agostaderos). Sin duda, el sobrepastoreo de estos ecosistemas es un problema conocido desde hace tiempo pero parece evidente que no se puede atribuir de forma exclusiva a la cabra montés.

Por lo tanto, la no consideración del efecto ecológico de la cabra montés en conjunto con otros ungulados silvestres y el ganado doméstico sobredimensiona el impacto ecológico de la cabra montés y, por lo tanto, pone en cuestión la justificación del Plan de Gestión de la especie por causa de estos efectos. El plan de gestión debería evaluar de forma adecuada los efectos acumulados y sinérgicos de la población de cabra montés junto con la de los otros ungulados presentes el Parque Nacional.

Otros factores y posibles impactos ecológicos como los señalados sobre la Mariposa Apolo, son meramente especulativos y no se entiende justificada su consideración en el Plan de Gestión.